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Es
un hecho comprobado que los movimientos verticales asociados a la escala
sinóptica (débiles), normalmente, no van acompañados
de descargas o fenómenos eléctricos de importancia. Esto
es, la precipitación de tipo estratifome, no asociada a estructuras
convectivas, es poco proclive a producir estos fenómenos. Son las
fuertes corrientes ascendentes y descendentes, que tienen lugar en los
núcleos convectivos las que, de alguna manera, producen la formación
y separación de cargas lo suficientemente intensas como para producir
campos y diferencias de potencial capaces de generar fenómenos eléctricos
significativos. Por otra parte, como la existencia de los primeros rayos
está ligada a la llegada de la precipitación, líquida
y/o sólida, al suelo (a veces antes) sugiere que, además,
las partículas precipitables juegan un papel destacable en la generación,
permanencia y disipación de los fenómenos eléctricos.
Se ha observado que la actividad eléctrica más intensa se encuentra en las nubes convectivas que poseen grandes desarrollos por encima del nivel de congelación (tormentas eléctricas en latitudes medias). La existencia de ciertos tipos de elementos sólidos contribuye de forma significativa a la electrificación de la nube. Las tormentas de nieve en latitudes altas ( > 60º) no suelen llevar asociados fenómenos eléctricos. Respecto a los procesos de generación y separación de cargas se ha dado un nuevo enfoque a las teorías que tratan de explicar la electrificación de las nubes. Ya no se hace una clasificación basándose en la influencia (teorías inductivas) o no (teorías no inductivas) del campo eléctrico de buen tiempo. Estas teorías se basaban en el posible efecto (o no) del campo eléctrico terrestre, como elemento fundamental en la generación de cargas. Aunque en la actualidad no se han abandonado tales teorías, los modelos o hipótesis que se manejan son las asociadas al papel de la precipitación y de la convección. |